Encina centenaria y pantano 21/11/2009
Las Casillas. La encina centenaria y el pantano. La ruta a las Casillas empieza a convertirse en una ruta clásica. Voces certeras nos piden repetirla. Y
suponemos que esta iniciativa es consecuencia de las variadas posibilidades que nos ofrece esta ruta.
Su recorrido amplio, suficiente nos ofrece varias posibilidades. Llegar a la meta y volver en coche.
Llegar a Las Casillas y regresar andando. Ambas posibilidades son más que suficientes para reforzar nuestra autoestima. El esfuerzo es adecuado y cuando llegamos a la meta bien nos merecemos una recompensa.
Es el momento de la comida, que en clima de solidaridad y hermanamiento nos conduce a los sabores caseros. Esperamos que, una vez más, el buen hacer de nuestro anfitrión, Sr. Mendoza, nos satisfaga y recompense.
El paisaje variado se nos aparece como un atractivo. Envueltos en nuestros olivos centenarios avanzamos para descubrir un rico paisaje de ribera. El Arroyo El Salado, plenamente marteño, mantiene sus tarajes multicolores. Arroyo que nos acompaña a la ida y a la vuelta. Y la cuenca del Río Víboras se hace presente en su valle, que divisamos desde arriba. Río de promesas que detenido en su embalse, en el paraje de la Cerradura, proyecta un futuro diferente para las Casillas. El sector servicios, y en especial las actividades
de ocio, deben venir en ayuda de un núcleo de población en franco retroceso.
Porque Las Casillas participa de la identidad, problematizada, de todos los núcleos rurales andaluces.
Pérdida importante de población. Envejecimiento de la población. Falta de recambio generacional. Escasas oportunidades de desarrollo. Si bien algunos casilleros están mostrando grandes dosis de creatividad. El único olivar de cultivo ecológico, que existe en Martos, se encuentra en Las Casillas. Nos mantenemos expectantes ante las perspectivas de desarrollo rural que nos llegan de la Unión Europea. Mantenemos la expectación sobre las posibilidades reales de ampliación del sector servicios.
Desconocemos cómo y en cuánto influirán los nuevos pobladores europeos que han sabido enamorarse de este rincón de Martos.
Y la ruta nos introduce también en un paisaje diferente. El monte bajo del paisaje mediterráneo tradicional se hace presente en este entorno. La encina centenaria del paraje de Cerro Quemado se nos aparece como antesala del conjunto de coscojas, encinas, y quejigos pobladores de este paisaje. Los madroños que desde la próxima Sierra Caracolera han descendido para hacerse pueblerinos en la misma Plaza del pueblo.
La historia se nos muestra como otra oportunidad de enriquecimiento de esta ruta:
- Los restos iberos, documentados, centrados en el Cerro de San Cristóbal. Territorio de un poblado, BORA, tan importante que en el siglo II a. c. llegó a acuñar moneda propia. Y otros restos esparcidos por otros tantos cerros, contiguos, sede de 16 Turris iberas.
- El Castillo, centro de la población árabe, construido en el siglo IX- X. Castillo conquistado en el año 1224, por Fernando III y cedido a la Orden de Calatrava.
- La desamortización de Mendizábal base para la adquisición de abundantes tierras, en los Cuartos bajos y altos, por las familias de Pablo Castanis y Narciso Masoliver Freixas. Precisamente la construcción de las 12 casillas, para sus obreros agrícolas, junto con la era y el granero son el inicio del nuevo poblado que existe actualmente. Hablamos de las Casillas de Don Pablo. La construcción de la iglesia en el año 1925, de estilo neogótico, ayuda a consolidar este núcleo de población.
Paisaje, historia, esfuerzo, descubrimiento, comida en grupo. Son múltiples las razones que nos animan a disfrutar juntos de esta ruta.