Turismo en Martos

Martos-Piedra Palo 19/05/2012

 

Martos- Piedra de Palo. Andar la sierra. Recrearse en la sierra. Descubrir. Asombrarse.

Cansarse. Gozar. Es una ruta sin fondo. Javier me dice: Esta va a ser la RUTA
REINA.

Descubro que es su apreciación personal. Dudo, al principio, si aceptar esta calificación. Parece ser que esta denominación nos invita a hablar de una ruta con especial relevancia sobre las demás. Y con algo de complicidad, de respeto a la valoración de las rutas anteriores, dudo, al principio, si aceptar el calificativo.

Llegamos a los Llanos de Palomares. Una extensa explanada nos acoge.

La vegetación se ha hecho dehesa. El entorno es diferente. Algunas montañas se dibujan en la silueta del fondo. Empezamos a orientarnos. El pico nevado de la Pandera es nuestro guía.

La mañana nublada y friolera nos invita a andar. Me llamó la atención que Javier me indicase la conveniencia de echar bocadillo. No alcanzo a situar la longitud de la ruta. Aunque esta indicación me advierte de una ruta larga.

Descubrimos las huellas, recientes, de un jabalí. Guía inesperado que nos lleva ascendiendo por una senda suave. La senda penetra en un bosquete.

La vegetación se ha espesado y la sierra, con su fuerza, su densidad, empieza a hacerse presente. Avanzamos. Las huellas no nos abandonan. Ahora podemos apreciar vestigios de la presencia de ardillas. Los troncones de varias piñas nos informan de su estancia reciente. Caminamos. Se nos abre el horizonte. La sierra empieza a mostrarse en todo su esplendor. La ruta se hace sendero, espeso, reducido. Es importante no despistarse. Debemos avanzar juntos. El silencio, elocuente silencio de la sierra, en la soledad de senderistas se apodera de nosotros.

De pronto descubro que nuestro diálogo es un diálogo de silencios. La ruta nos atrapa. El sendero nos absorbe. Pequeños muretes de piedra nos informan de la presencia humana en este recorrido. Ascendemos. Hemos conseguido la meta: LA PIEDRA DE PALO. Capricho de la madre naturaleza. Formación en roca, solitaria, altiva, provocadora.

Acariciada y poblada por algunos arbustos y encinas en su cima. Se nos clavan los pies al suelo. No es fácil continuar. Estamos altos. El extenso paisaje se nos hace próximo, locuaz, ansia de reconocer, de nombrar, de admirar. Sin prisa intentamos orientarnos. Abajo, Prados Bajos, nuestra próxima meta.

Impactados por la inmensidad de la sierra, por la multitud se valles y picos, alineados con nuestro sendero nos encontramos, de nuevo, con el GR 7.

La emoción de compartir con miles de senderistas este tramo nos acompaña.

Debemos llegar al valle del río Valdearazo. La senda, desde arriba, es una serpiente. Formaciones caprichosas de roca nos esperan. Misterio de la naturaleza, fuerza de la erosión.

Impresionante. Descubrimos las huellas recientes de una caballería. Afirmamos de su sabiduría, de su decisión, de su acierto al colocar sus patas en algunos tramos de especial dificultad. La bajada pesa, es pesada.

El río va bravo. Y el sendero, el GR 7, continúa. Nos asalta una duda:

Cómo habrá conseguido pasar la caballería por los tramos de roca viva por donde discurre el sendero?. Pero un nuevo descubrimiento nos llama. Hay dos senderistas que recorren también el GR 7, pero lo hacen a caballo.

Sintonizamos con este movimiento de caminantes amplio, internacional, variado. Sabemos que el GR 7 va desde Andorra a Tarifa. Sabemos que es un tramo del E 4, que se prolonga hasta Atenas. Emoción.

Prados bajos nos ofrece un remanso para el descanso. Chocados aún por las formaciones rocosas caprichosas de Pitillos nos volvemos hacia la Piedra del palo. Debemos rodearla. En Prados altos las ruinas de un cortijo nos muestran un horno de pan moruno. Avanzamos. Una nueva senda de ascenso nos espera. Toca sufrir. Toca coger aire disfrutando del paisaje. Debemos contener nuestra capacidad de sorpresa. Observamos ahora las “cagadas” de los zorros colocadas en lo alto de las piedras. Mensajes de apropiación del territorio. La sierra se nos hace próxima, nuestra. Nos sentimos llenos. La sierra se ha colado en nuestro diálogo de silencios. De nuevo en los Llanos de Palomares, con la ruta a nuestros pies, nos afirmamos con Javier: Esta es la RUTA REINA, de este año.