En busca del Salado 24/09/2011
Acabamos de estrenar el Otoño. Comenzamos con nuestras Rutas de senderismo. Como un escolar que inicia un nuevo curso me siento inquieto, ambivalente. Sé que vamos a andar. Disponemos de la programación para todo el año. Mantengo la duda, el interrogante de quiénes seremos los compañeros, los senderistas de este año: Habrá alguien que sus rodillas, sus achaques le inviten a quedarse?. Seguiremos ampliando nuestro grupo con nuevos senderistas? Todos aquellos que me comentan su deseo y esperanzas de venir, encontrarán el momento adecuado para convertir su deseo en realidad?....
El camino nos espera. Nuevos territorios por descubrir. Viejos territorios por reconocer. Una esperanza ilusionada de poder continuar por nuestro camino, ya trazado, nos acompaña.
En este septiembre la naturaleza aún no se ha enterado del estreno del otoño. La falta de lluvia y el calor persistente no animan, ni ordenan a los árboles y arbustos que comiencen con su transformación. Las plantas caducifolias mantienen sus hojas, vivas, perezosas por ofrecernos el misterio anual de la retirada invernal y el resurgir misterioso en primavera.
Esta ruta, con la naturaleza vestida aun de verano, nos permite descubrir nuevas especies de plantas y nuevos paisajes, de gran atractivo.
Subir y subir. La Fuente del Caño nos muestra nuestra ruta, en un cartel. Sigue guardando su secreto de abrevadero y lavadero público. Los majuelos, majoletos, también conocidos como espino albar (crataegus monogyna) nos acompañan durante todo nuestro recorrido. Algunos más tímidos alternan sus hojas con su fruto. Otros más extrovertidos nos gritan con racimos de frutos rojos, transformados en un reclamo provocativo. Todos ellos han olvidado la dureza de su madera, antaño tan útil para reparar mangos de herramientas, ufanos de su dureza.
La Cuesta del Pesebre nos pone a prueba. Paso obligado para alcanzar la primera meseta que nos asoma a los dos valles: El Río Eliche a nuestra izquierda, el Arroyo Salado a nuestra derecha.
Momento de retener este tramo para gozarlo en un atardecer personal, intimo, único.
Ahora podemos empezar a descubrir el capricho de la naturaleza en la formación de los valles.
Redes de uves terrestres interconectadas. Uves que se estrechan en busca de la cima, albergadas antes de los puertos, arrancan decididas a dar vida a una vegetación de ribera que viene a diversificar nuestro entorno. Ascendemos buscando alcanzar los 980 metros de altitud. Interesados en llegar al límite de los términos municipales. Deseosos por descubrir antiguos paisajes de dehesa.
Tierras “de jesús”, antiguas propiedades del concejo, de las Cofradías, de las Iglesias de Santa Marta y Santa María. Los cortijos: El Bujo, el Misere, La Nava lugares habitados hasta hace poco.
Los pozos se multiplican. La altitud se preña de agua. Alguna viborera altiva nos saluda. Nuevas especies nos acompañan: la pinchosa cosocoja (Quercus coccifera), encinas centenarias (Quercus ilex), quejigos, vestidos aun, ( Quercus faginea). Un algarrobo (ceratoria siliqua) se nos ofrece para una nueva foto de familia. Higueras tardías, nogueras, granados, membrillos nos ofrecen generosos sus frutos. Los álamos blancos (populus alba) dejan su altivez para saludarnos desde la altura. Es el comienzo del Arroyo Salado.
Inicio de un largo camino, tortuoso de 55 km hasta donar sus aguas al Río Guadalquivir, junto a Villa del Río. Arroyo que se hace acompañar por las mimbreras (salix fragilis). Arroyo que nos espera para sumergirnos en sus secretos.