Capilla de Jesús
La conquista de la villa a los árabes por Fernando III, en 1219, trajo como consecuencia inmediata la construcción de iglesias como la de Santa Marta, consagrada a la patrona de Martos. El templo, de planta basilical, con tres naves -la central, más alta, cubierta con artesonado de par y nudillo-, se levantó en un punto emblemático y visible, en el corazón de la vieja ciudad, donde anteriormente estuvo emplazada una mezquita árabe y, tal vez, un templo romano. Dos siglos después se amplió con la construcción de la capilla mayor y del baptisterio y se embelleció con bóvedas de crucería de terceletes y una magnífica portada estilo isabelino con arco de carpanel, molduración mixtilínea, baquetones y guirnaldas, coronada por crestería flanqueada por gárgolas.
A mediados del XVI Francisco del Castillo llevó a cabo una remodelación en profundidad dejando constancia de su característico estilo arquitectónico: respetó la organización de planta de salón, la disposición de la cabecera y el baptisterio, así como la composición de la bella portada gótica; reestructuró los soportes optando en sus tres naves por pilares toscanos de canon gigante -al gusto de Vignola- que dieron un especial empaque al espacio interno del templo; y, en el exterior, erigió una elegante torre para campanario vertebrada en tres cuerpos: el inferior escasamente decorado; el segundo de planta cuadrada con ventanas con frontón triangular en cada uno de sus cuatro lados, pilastras pareadas en los extremos y pináculos en los ángulos del entablamento; mientras que la planta del tercer cuerpo la moduló de forma circular, dispuso pilastras corintias y coronó el conjunto con un chapitel apuntado.
Otros elementos dignos de reseñar son el sagrario de plata realizado en el taller de Juan Jacinto Moreno, en el último tercio del XVIII, con motivos iconográficos eclesiásticos de tipo sacramental -uvas y espigas, cordero místico, crucifijo-, teológicos -imagen de Tomás de Aquino, autor de la misa del Corpus- o de historia local -representación de Fernando III, Santa Marta y San Amador-. Además se añadieron, en el XVII, la capilla de Jesús, que acoge el mencionado sagrario, decorada con frescos barrocos de Antonio García Reinoso; los murales de la capilla del baptisterio, pintados en 1962 por Francisco Baños; y, por su valor legendario, la lápida que recuerda la ignominiosa muerte de los Carvajales, lapidados por orden de Fernando IV.
En 1981 se le incoó expediente para su declaración como Bien de Interés Cultural